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Yara Pina

Cuerpos sacrificados (2021)

escombros recolectados de los lugares donde ocurrió

muertes por operaciones policiales en Goiânia

instalación

250 cm Ø

 

La espiral de violencia que alimenta el genocidio de la población negra y el exterminio de grupos de personas marginadas o en situación de pobreza puede verse como una reproducción de una práctica exterminadora que ha sido adoptada como política de seguridad en varios estados brasileños desde la Dictadura Militar. Una vez encaminada a combatir al enemigo interno, dicha política represiva debe ser empleada tácticamente contra personas sin hogar, comunidades de favelas, militantes, subversivos, criminales potenciales, comunistas, entre muchos otros tratados como opositores del Estado.

A partir de estos restos históricos, Corpos abatados reflexiona sobre una política de seguridad que aún alimenta la espiral de violencia contra las personas afectadas por la masacre de sus cuerpos durante los operativos policiales en Brasil.  Se trata de acciones registradas como “enfrentamientos”, respaldadas legalmente por “actos de resistencia seguidos de muerte”, pero que en realidad reflejan la alta tasa de letalidad al servicio de una pseudo guerra contra el crimen y las drogas.

Además de destruir vidas, muchas de estas acciones policiales también tienen como objetivo, y no es raro, eliminar cualquier rastro de sus muertes. Para ello, se borran las escenas del crimen, no revelan identidades, no divulgan nombres. De todos modos, es necesario no dejar rastro alguno de estas muertes, incluso para que no se reduzcan a meros registros numéricos. Tal es el caso de Goiás, que en los últimos años, o más precisamente desde 2019, ha sido el único estado brasileño que no divulgó registros de muertes por operativos policiales en Brasil. Según informes de prensa, estos “acercamientos” han sido frecuentes, especialmente en hogares ubicados en regiones periféricas y con víctimas fatales. En años anteriores, estas ejecuciones ya estaban en plena curva ascendente, colocando al estado en la cima del ranking nacional en muertes por intervenciones.

A diferencia de borrar las huellas de estas muertes, la instalación Deadly bodies trae el recuerdo de estos lugares de vida y muerte al juntar trozos de aceras de los hogares de las víctimas que tuvieron sus hogares invadidos por agentes de seguridad, o incluso con bordillos, piedras. y fragmentos de asfalto, recogidos de otras escenas de violencia que también sirvieron de escenario para los exterminios.  Si bien la prensa informa sobre algunas muertes con los nombres de las víctimas, es muy probable que la identidad de muchas de ellas siga siendo desconocida y anónima para la sociedad.

(Yara Pina)

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